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“Antonio, tu ya eres un…”

4 AM…Suena la alarma, sin embargo ya llevo unos 20 minutos despierto, acostado pensando en el gran día que está a punto de iniciar… El viento está tranquilo, se siente fresco afuera, se alcanzan a ver algunas luces desde el balcón del departamento donde estamos hospedados, de otros departamentos que también tienen como huéspedes a “locos” que están a punto de hacer la misma “locura”. Viene la primer ingesta de alimento, un rico y delicioso plátano, que durante los últimos 10 meses ha sido mi fiel compañero cada mañana junto con un buen trago de gatorade. Hago un último check in de cosas que necesito tener, bolsa con tenis, calcetines, casco, bolsa de alimento especial para la bici, alimento especial para maratón, geles, cinturón con número, bloqueador, vaselina, en fin todo lo necesario.

Junto a mí se encuentra mi ángel de la guarda, mi compañera fiel, que no se queja del dolor ni de la desmañanada, al contrario, me alienta a tener un gran día, me desea lo mejor y siempre está a mi lado iluminando mi camino… Me dirijo a un ritual muy padre, que se ha hecho tradición en la familia y que sin querer tiene un gran significado para mí, cada uno me marca un número correspondiente al número de competidor que me toca portar, porque es un forma de llevar a cada uno de los miembros de la familia conmigo durante la competencia, además de que están hasta el final, sé que vienen grabados en mis brazos y piernas lo cual le da un sentido todavía más importante al objetivo que quiero cumplir.


Llegamos al área de transición en Chankanaab, ya solo queda verificar últimos detalles en la bicicleta, entregar bolsas con tenis y comida para luego dirigirse hacia la salida de la natación.

Para los que todavía no entienden qué sucede, un triatlón de larga distancia conocido como IRONMAN, está a punto de iniciar. 3.8 km de natación en aguas abiertas, 180 km de bicicleta y un maratón que consiste en 42 km de carrera pedestre.


Casi dos años después de dar un giro de 180º a mi vida, de dejar la fiesta, el alcohol, el

cigarro y de tomar la decisión de enfocar mi energía a ser una mejor persona empezando por quererme más a mí mismo trazando un objetivo muy complicado pero con la finalidad de demostrarme que cuando uno quiere lograr algo, debe hacer lo que sea para llegar a la meta final. Dos años de disciplina, entrenamiento, sacrificio, cambios, momentos de duda pero con el objetivo bien puesto y bien claro para siempre seguir hacia delante.

Ya queda todo listo y me dirijo hacia el área de arranque, un día antes había estado en el mismo lugar haciendo un reconomiento de la ruta de natación la cual no estaba totalmente marcada. Me siento a la orilla del mar y veo la última boya que parece estar cerca de Playa del Carmen…Empiezo a ponerme nervioso, a dudar, vienen las preguntas clásicas ¿Entrené bien, suficiente? Cómo estará la corriente? Estará muy fría el agua? Y si no termino? Qué pasa sino puedo salir del agua? El ritmo cardíaco a todo lo que da, hormigueo en manos y pies, hueco en el estómago, ganas de hacer del dos, del uno, del 20!!! Entonces llega el momento en el que tienes que decidir que lo que vas hacer es por puro gusto y amor al deporte, que estás a punto de iniciar un gran día porque así lo quieres, que entrenaste lo suficiente, que estás preparado y que vas a dar lo mejor de ti para lograr el resultado. Respiras profundo, controlas el ritmo

cardíaco, platicas contigo mismo, empiezas a recordar el plan de carrera y decides que este será un gran día. Antes de brincar al agua, caminas por enfrente de todas las porras, de cientos de personas que están apoyando a sus competidores, la emoción de estar ahí parado viendo a tanta gente que sin conocerte te está animando no tiene comparación con nada y la emoción de ver a tu familia, a TODOS ahí reunidos para gritar tu nombre, echarte porras, verlos emocionados igual que tú, que entienden el significado de lo que estás haciendo no se puede describir con palabras, y en ese momento no hay nada negativo que pueda venir a tu mente, al contrario la motivación que te da el ver a toda la familia unida es lo máximo que puedas sentir antes de la competencia.

Inicia la natación…Patadas, manotazos, codazos, algunos sin querer otros no tanto y por unos minutos lo único que puedes ver es espuma y miles de pies, brazos y colores por todo el agua. A la mitad del camino de la natación empiezo a sentir mucha fuerza en los brazos y en la piernas pero al levantar la vista veo que todavía falta bastante por recorrer por lo que no debo desesperarme ni perder el ritmo. Finalmente llego al final del recorrido de la natación. Todo un logro para un nadador no tan bueno, salir en perfectas condiciones del agua y justo en el tiempo presupuestado. Se inicia la bici, pero antes de salir, puedo ver caras conocidas gritando mi nombre, porras y el sentimiento nuevamente es incomparable, con ganas de parar y disfrutar más tiempo lo que estás viviendo, pero la concentración y la competencia deben seguir.

El recorrido de la bicicleta en Cozumel está entre los 10 más difíciles del circuito del ironman y es debido a la humedad y al fuerte viento que sopla por todo el lado ESTE de la isla. 180 km de recorrido se traducen a tres vueltas alrededor de la carretera perimetral terminando en el centro de la isla, junto al palacio municipal.


Y en ese recorrido llego uno de los momentos que más me han hecho emocionarme en mi vida… Al llegar al lado ESTE de Cozumel, en la primer vuelta en la bici, veo que pasa una avioneta jalando un banner con la leyenda, “VAMOS TOÑO, ORGULLO COZUMELEÑO”…lo veo por primera vez pero entre la concentración de la carrera, tratar de no perder ritmo y el pinche viento que estaba muy fuerte, no entiendo bien, que, el tal TOÑO del banner soy yo. Veo que regresa la avioneta y pasa muy cerca de donde estaba y alcanzo a distinguir a mi hermano, haciéndome la mano, por lo que quede totalmente impresionado por lo que estaba pasando en ese momento. Fue una verdadera inyección de energía, los otros competidores se dieron cuenta que era para mí porque empecé a gritar, yo soy TOÑO, ese letrero es para mí! Y en plena competencia, rebasaba a alguien y le preguntaba si había visto mi letrero… 6 hrs después de estar luchando contra el viento, el calor, la humedad, pero principalmente contra esa vocecita que todos llevamos dentro que te dice una y otra vez, para qué sigues, descansa, no vas a ganar primer lugar, no tiene sentido lo que estás haciendo… Pero hay otra vocecita un poco más adentro que te dice, sigue, sigue, no pares, tu puedes, si paras no pasa nada, pero si sigues y terminas va pasar mucho, y entonces decides a cual escuchar. En mi caso, la segunda vocecita se escuchó más fuerte… Tengo que reconocer que llevo una ventaja por encima de los demás competidores. A pesar que todos llevan porra, aunque sea una persona, la porra de mi familia se tiene que llevar el premio a los mejores del ironman. No solamente se despiertan desde las 4 am junto conmigo para acompañarme durante el ritual de la mañana. Todos están pendientes de hacer alguna actividad, ya sea cargar las aguas, gritar, estar al pendiente, unos de un extremo de la isla esperando a verme pasar por 3 segundos en la bicicleta para avisarles a los demás que ya voy en camino. En verdad es algo sumamente motivante, muy especial que te llena de energía y de felicidad, ver que lo hacen con tantas ganas, no se vuelve una presión sino todo lo contrario, motivación. Ver a mi hermana y mis sobrinas paradas en el sol, bailando, entregando aguas a los demás competidores, mi cuñada gritando con muchísimas ganas que su voz transmite una energía especial, ver a mi hermano en la moto siguiéndome por toda la isla, echándome porras, palabras de aliento, incluso bromas que hacen que la competencia se vuelve hasta divertida por momentos pero siempre con la mente bien puesta en el objetivo. Y es que entre tanta concentración también hay que encontrar la forma de hacer algo atrevido, por lo que le pedí a mi hermano que me ayudara llevando una torta de cochinita y una coca al km 90 de la bicicleta lo cual logramos con mucha precisión. No se qué tanto me haya ayudado ó perjudicado el haber consumido ese alimento, pero sin duda el estar cerca de mi hermano fue de gran ayuda sobre todo porque ya estaba en una crisis en la bicicleta.

Termina el recorrido de bicicleta y me siento increíblemente fuerte, en las piernas, en los brazos, pero principalmente en el ánimo. Entro a la zona de transición para la carrera, me meto los tenis, hago unos estiramientos rápidos e inicio la carrera. Justo cuando voy saliendo de la carpa escucho que el primer lugar de la competencia general está por llegar a la meta y pienso, más le vale al cabrón, el entrena más de 8 hrs diario y yo solo una… Empieza la carrera, el malecón de Cozumel lleno de gente, conocida y no conocida, todos apoyando en todo momento. En el horizonte alcanzo a ver la avioneta nuevamente pasando para motivarme pero esta vez mi hermano viene junto a mí corriendo y en diferentes puntos del recorrido ubico a mi familia gritando, apoyando.

Cerca del km 28 de la carrera empiezo a sentir algo raro en mi cuerpo. Las piernas ya no responden, la mente está cansada, el estómago se siente mal, la boca ya no quiere nada ni dulce ni salado, ni gatorade, ni agua ni nada. Frente a mi se desvanece un competidor y los paramédicos deben asistir a la persona. Lo primero que viene a mi mente es, “ahora sigo yo”. Camino por un momento, pero enseguida llegan los refuerzos. Mi esposa con una mega sonrisa en la boca se para junto a mí en el momento más difícil de la competencia y me dice que está muy orgullosa por lo que estoy haciendo. Siento que una lágrima quiere salir pero por tanta deshidratación ya ni eso se puede. Entonces decido que no falta mucho, que no me voy a rendir, que si mis piernas, parte de mi cuerpo y de mi mente no quieren seguir, mi corazón si quiere y voy para adelante. En el camino se unen varios amigos y compañeros que hacen más “fácil” la carrera. Ya a nada de llegar a la meta mi papá decide que también me quiere acompañar unos metros y son esos momentos, que sientes que te duele hasta la uña

del dedo gordo, pero que ves la felicidad que le causa a otros lo que estás haciendo y más si es tu familia, que todo eso se olvida y te permite seguir.

Ya faltan solo 100 metros, la meta está ahí y entonces ya no piensas nada, solamente sientes y disfrutas el cruzar la meta, el esfuerzo, el dolor, el sacrificio, todo lo que hiciste durante tanto tiempo en ese momento, adquiere sentido, llegar a la meta, no importa el tiempo, no importa el lugar, simplemente lograr el objetivo te hace sentir pleno, feliz, contento y no hay nada que pueda quitarte ese sentimiento porque además lo lograste por gusto, por convicción propia, por amor al deporte y principalmente por amor a tí mismo. La satisfacción de encontrarte a tu familia en la meta, esperándote con ansias porque ellos también sufrieron, se cansaron, corrieron, se preocuparon, mi mamá al pendiente que no falte comida, que todo esté en orden,

limpio, mis hermanos, sobrinos, tíos, primos, amigos, en fin todos los que estuvieron pendientes, agregan un valor más al resultado final. El sonido local y toda la gente que es encuentra en la meta te gritan “ya eres un ironman”, que para ser honestos en ese momento no lo escuchas. Es tanta la emoción y las ganas de gritar, de saltar, de festejar lo que acabas de lograr que dejas de pensar por un momento. El sentimiento de lograr un objetivo tan complicado, con un camino muy difícil, con muchos factores en contra simplemente te hace sentir más que un IRONMAN, te hace sentir invencible. Te demuestras a ti mismo que no importa lo que pase a lo largo del camino, que no importa lo difícil que esté el camino, no importa lo que te digan los demás, que no se puede, que es complicado, que lleva tiempo, te demuestras que puedes lograr eso y más… Pero ahora empieza el verdadero reto. Ya no te puedes comparar con los demás. Ahora te vas a comparar con la persona que fuiste ayer, que eres ahora y que serás mañana. Entonces sí viene la competencia de la vida real, donde deberás aplicar todo lo aprendido y que también deberá tener un objetivo y un camino seguramente complicado para llegar a la meta. Pero al igual que en la competencia, el apoyo de la familia, de los amigos y principalmente, el amor con el que emprendas el camino te

hará cruzar la meta una y otra vez. “Camina con la certeza, que cada paso que das, estás más cerca de alcanzar eso que alguna vez solo fue un sueño”


Autor:

Marketina's Partner in Crime Antonio Barahona - CEO K'ravans






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